Me parece que resume perfectamente lo que es el deporte.
Querido equipo, no sé cómo daros las gracias.
No sé cómo agradeceros lo que estáis haciendo. No hablo de resultados
ni del grandísimo campeonato que estáis completando. Habéis hecho algo
mucho más difícil. Estáis ilusionando a la gente, a todos los aficionados al deporte, haciendo más afición a este bendito baloncesto. Lo siento por la calle, siento que la gente respira baloncesto, algo tan sano y amable como este juego, y eso es una maravilla.
Gracias porque sois un ejemplo de cómo se trabaja en equipo y esa es una buena lección en estos tiempos. No nos viene nada mal. Da gusto ver el esfuerzo que hacéis en cada partido,
cómo os dejáis la piel porque salvo en el diccionario primero está la
palabra trabajo y luego el éxito. Es ejemplar y maravillosa la
dedicación, vuestro empeño, del primero al último, desde el que juega
más minutos hasta el que se queda en el banquillo para animar a sus
compañeros. A mí me emociona veros funcionar así, de esta manera, como todos estos años, esté quien esté. Os siento a flor de piel.
Gracias por no rendiros nunca. Siento orgullo.
Todos sabemos de qué va esto, cómo nos comportamos en los campeonatos.
No es la primera vez que crecemos según avanzan los partidos del torneo,
que hemos aguantado el tirón de las sensaciones irregulares y de los
posibles comentarios negativos que recibimos. Si el mundo fuera
perfecto, la perspectiva desde fuera en los malos momentos sería
distinta, dando un giro a lo que se ve, intentando apoyar al equipo
cuando las cosas no van tan rodadas y no ganamos por 30 a Irán. Siempre
lo dijimos. Esto no es cómo empieza, es cómo acaba.
Fijaos en Serbia, dominante, en Estados Unidos, que tiene unos magníficos jugadores. Pero la final la jugamos nosotros y Argentina, equipos que ganan a base de trabajo, de unidad, de compañerismo, de generosidad. Es una delicia esta forma de ser que tenemos. Es una lección más.
Todos
apreciamos la suerte que tenemos de tener un grupo así, una auténtica
familia, independientemente de quien esté porque el espíritu no cambia.
Así llegan los resultados, excepcionales. Garba, Felipón, Juan Carlos, Calde, Raúl, Jiménez, nuestros maestros, yo mismo en todos estos años. Algo hemos tenido que ver. Recogimos una herencia, una forma de vida, y la hemos querido transmitir a todos los integrantes de la selección, a todos. Porque la selección somos todos, también los que se han quedado fuera porque solo caben 12. La camaradería y la solidaridad entre nosotros se mantiene año tras año y nos enorgullece. Es digno de admirar.
Gracias Marc,
permítanme que me dirija a mi hermano. Hoy nos juntaremos en casa toda
la familia para apoyar al equipo, para apoyarte a ti. Ya no te tengo que
decir nada sobre el juego. Estás en un punto de madurez fantástico,
midiéndote muy bien, haciendo lo necesario en cada partido para ayudar a
tu equipo a ganar, llevando con Ricky el peso del equipo, liderando junto a otros como Rudy, Víctor o Sergio, al que ya veo muy recuperado de su lesión y me pone muy feliz. No, no sois Pau y Navarro, sois Marc y Ricky. Y no hace falta decir nada más.
Al equipo tampoco le tengo que decir nada especial para el partido. Tienen experiencia. Tampoco al cuerpo técnico liderado por Sergio. Les deseo suerte, humildad, salud y respeto al rival.
Argentina se parece mucho a España. Juega muy bien, tiene mucha unión,
se sacrifica y no le falta garra, talento y experiencia. Va a ser una batalla dura para los dos.
Hay que jugar. Esto sólo es un juego precioso. No es demasiado
importante. Sólo somos jugadores de baloncesto con unos valores. Ojalá
salga un partido buenísimo y que ganemos, que al final es lo único que
cuenta. Es una oportunidad grandiosa para ampliar la leyenda de la
selección de básket y hacer historia de nuevo. Pero para mí, ocurra lo que ocurra ya habéis ganado. Estáis en mi corazón. ¡Vamos EQUIPO!